miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los Nórdicos

3 de Diciembre de 2013. Diario de Lucas Polock.


Recogidas las maletas, me preparo para un largo viaje, dejaré atrás mi anterior vida.

Es un tiempo de caos y salvajismo en mi querida Tierra. Ellos habían llegado y la fe en un dios se ha perdido. La locura reina por doquier; nadie parece estar en sus cabales. Las guerras que comenzaron unos meses antes de “la visita” no han cesado.


No ha pasado ni un año de la llegada de los Nórdicos, así les llamamos: pieles blancuzcas, cabellos dorados y ojos rasgados de un azul intenso, capaces de penetrar en el alma de las personas. Tienen casi tres metros de estatura y están cubiertos por un traje plateado, tan prieto que parece una segunda piel.

Llegaron rodeados de una luces rojizas, en una especie de cápsula en forma de campana. Aún recuerdo ese día.


En Madrid, ya había anochecido; el reloj marcaba las seis y media de la tarde. Las calles estaban abarrotadas de gente realizando las compras de Navidad. De pronto, una intensa luz roja comenzó a bajar del cielo. La misma luz se multiplicó cual organismo unicelular, apareciendo dos luces más de la matriz y de esas dos luces surgieron dos más, hasta llegar a la veintena. Se mantuvieron flotando en el cielo durante unos pocos minutos. Transcurrido ese corto plazo, los allí presentes pudimos observar la llegada de helicópteros del ejército.

La gente de la calle empezó a asustarse y un loco desató el pánico al vociferar a los cuatro vientos que el fin del mundo había llegado, que nos iban a aniquilar. La multitud ya de por sí nerviosa, empezó a correr por las calles como una manada de animales.

Ya fue oficial, no estábamos solos.


Vuelvo al presente. Compruebo el depósito, regulo el asiento y me coloco el cinturón de seguridad. El motor de mi viejo De Lorean ruge.

Me largo a Irlanda. Sí los extraterrestres existen, ¿por qué no iba a existir las Hadas?



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