domingo, 19 de diciembre de 2010

BALADA TRISTE DE TROMPETA.

Ayer pude ver una película que le tenía muchisimas ganas, Balada triste de trompeta.
Alex de la Iglesia regresa de la forma que nos tiene a todos acostumbrados. Violencia, humor negro y muestras de la cultura española de la época de la dictadura.

La historia trata sobre Javier -un hombre con una infancia marcada por la guerra civil- que decide hacerse payaso triste y que consigue trabajo en un circo de Madrid. En ese circo conoce al amor de su vida, Natalia, una bailarina maltratada por su novio Sergio, que interpreta al payaso tonto, compañero de Javier. Sergio es una persona violenta, celosa y que abusa del alcohol. Javier y Natalia salen una noche en secreto, pero lo que parecía ser la mejor noche de Javier acaba siendo su peor pesadilla. Sergio los pille y le apropina una gran paliza al payaso triste. Lo que vuelve loco a Javier y decide vengarse. Así comienza una carrera de venganza y locura por parte de los dos payasos.

Visualmente está muy bien, los actores a excepción de Carolina Bang, me gustarón mucho. Carlos Areces y Antonio de la Torre fueron una buena elección para hacer de payasos psicópatas.

La película en sí degenera mucho. Hay partes que tienes que tener la mente abierta para poder soportar lo que allí sucede. Sangre y más sangre se mezclan con momentos de sexo que llegan al sadismo. Los momentos de humor negro, parecen quedarse en bromas de mal gusto.

No me extraña que la película gustase tanto a Tarantino.



Clica la foto para ver el trailer.

1 comentario:

Unknown dijo...

Tanto tu entrada aquí como el comentario en la última entrada del blog de la película me parecen acertadísimos. Especialmente algo que dices en éste último: "Me quedé como si me hubiesen dado una paliza y después me hubiesen drogado."

Creo que con ello definiste perfectamente cómo me sentí yo también después de ver la película, y agradezco que encontrases las palabras. Por otra parte yo también esperaba con ansias que saliera por fin, y... en fin. Todavía no tengo claro si debería llorar, vomitar o echarme a reír histéricamente. Sigo con los ojos muy abiertos y pensando, sencillamente, que este hombre es un genio. Un maldito genio.